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Traducido por el colectivo Desazkundea
«Sin un mínimo de recursos, el nuevo ciudadano no puede experimentar plenamente los principios republicanos de libertad, igualdad yfraternidad», expresó Thomas Paine en 1792. Han pasado más de dos siglos y parece que esta idea sigue siendo papel mojado. Los productos de alta necesidad todavía no están al alcance de todas las personas: vivienda, alimentación, ropa, energía y agua potable, educación, salud, convivencialidad. Y, sin embargo, nuestras sociedades nunca fueron tan ricas, ¿Y si la solución para las desigualdades no pasara por un crecimiento infinito? A través de la crítica radical a la sociedad del crecimiento, el desarrollo, el capitalismo y el productivismo, los y las objetoras al crecimiento proponen una herramienta económica, social y de emancipación que nos permita escapar de los efectos de las recesiones sin apelar siempre a un mayor crecimiento. La DIA (Dotación Incondicional de Autonomía), junto a un IMA (Ingreso Máximo Aceptable) constituye un medio útil para salir del camino de destrucción al que nos conduce a toda velocidad la sociedad del crecimiento. Más allá de suponer una simple medida correctora, la DIA tiene como objetivo fomentar diálogos y debates sobre lo que significa «vivir conjuntamente» y sobre la forma de crear «más vínculos» sin que por ello haya que crear «más bienes». Este manifiesto por una DIA inicia su recorrido en los orígenes del Decrecimiento y ofrece pistas y reflexiones susceptibles de iniciar una transición pacífica y democrática hacia sociedades ambientalmente sostenibles y socialmente justas.
CARLOS FRESNEDA – 16-05-2015
- Vincent Liegey se muestra convencido de que el ‘productivismo’ es la raíz del problema
- Reclama no sólo el avance hacia un modelo de producción racional y disminución del consumo, sino la implantación simultánea de la Dotación Incondicional de Autonomía
« A la gente que ha sufrido la recesión le puede impactar una palabra como decrecimiento… Pero hay que hacer un esfuerzo por explicarlo y entenderlo. No podemos seguir funcionando como hasta ahora, con la filosofía de « Crecer o Morir » que nos ha llevado este punto crítico. La desigualdad y la inseguridad son el pan de cada día ¿Queremos seguir viviendo así? ». Vincent Liegey, coautor de ‘Proyecto Decremiento‘ (Icaria), admite que hay gente que tuerce el gesto de entrada ante la palabra tabú. Superado el ‘shock’, muchos se acercan con inquietud y curiosidad, e intentan comprender lo que hay detrás del concepto, y algunos acabarán haciéndose « objetores del crecimiento », convencidos de que el « productivismo » en el que vivimos y esa obsesión por el « siempre más » son la auténtica raíz del problema. Ahora bien, Liegey le da la vuelta al problema y admite que hay millones de personas condenadas al « siempre menos », y recuerda las palabras del « revolucionario » Thomas Paine, que a finales del siglo XVIII metió el dedo en la llaga: « Sin un mínimo de recursos, el nuevo ciudadano no puede experimentar plenamente los principios republicanos de libertad, igualdad y fraternidad ».
La sociedad humana es lo suficientemente rica como para garantizar el buen vivir a más de 7.000 millones de personas
A la pregunta fatídica a la que intentamos responder hace unos días (¿Decrecemos? ») convendría pues añadir esta otra: « Y si decrecemos ¿habrá para todos? ». « Para todos hay ya« , responde Liegley, que ha hecho el doctorado en Decrecimiento por la Universidad de Economía de Budapest. « La sociedad humana es lo suficientemente rica como para garantizar el buen vivir a más de 7.000 millones de personas. El problema es que la riqueza está distribuida de un modo cada vez más desigual. A eso está contribuyendo este sistema que se fija como objetivo el crecimiento infinito, sin reconocer de entrada que vivimos en un planeta finito ». La riqueza ya creada podría servir de base para un nuevo pacto social. El coautor de ‘Proyecto Decrecimiento‘ reclama no sólo el avance hacia un modelo de producción racional y disminución del consumo, sino la implantación simultánea de la así llamada Dotación Incondicional de Autonomía (DIA). Renta Básica más Decremiento igual a DIA… Así se explica en pocas palabras el alcance de esta medida (una paga « individual, inalienable y acumulable » por el mero hecho de ser ciudadanos) que según sus defensores acabaría con « el miedo y la inseguridad » que atenaza a las nuevas generaciones. « La idea de instaurar una renta de existencia está presente desde hace siglos y se ha intensificado en las últimas décadas », recuerda Vincent Liegley. « Pero es ahora, en medio de esta crisis, cuando ha cobrado más sentido que nunca. La dotación incondicional es tal vez la herramienta más útil para transformar profundamente la sociedad y nuestros modos de vida ». « La DIA sería la manera más efectiva de reducir la desigualdad, de hacer la transición hacia modelos más sostenibles y de acabar con la tiranía del crecimiento », sostiene Liegley, que pone también sobre la mesa la otra cara de la moneda: « El objetivo es garantizar un mínimo decente para todas las personas, aunque su existencia tendría que estar también asociada en el otro extremo a un Ingreso Máximo Aceptable (IMA) ». Ahora bien, ¿cómo financiar el DIA cuando las arcas del Estado está bajo mínimos? ¿Hasta qué punto una paga incondicional contribuiría a crear una sociedad ociosa? ¿Quién se atribula el derecho a fijar una « paga máxima » en una sociedad libre? ¿Dónde queda la libertad para consumir en un sistema de producción controlada? Son preguntas con las que seguiremos indagando en la recta final de esta serie. Dejamos de momento que el « manifiesto » de Vincent Liegey, Stéphane Madelaine, Christophe Ondet y Anne-Isabelle Veillot resuene con voz propia: « Necesitamos nuevas herramientas económicas si queremos una transición democrática y serena hacia sociedades más sostenibles y deseables… basadas en el decrecimiento ».